La semana pasada acompañé a mi madre a una exposición de
manualidades en el WTC, motivado
tanto por mi deber de hijo como por mi genuino interés de conocer una
exposición de esta naturaleza, montada en un recinto tan destacado y versátil como
es el WTC.
También me ha interesado mucho como ha despegado el
mercado de las manualidades en los últimos años. Esta serie de actividades,
antes sólo de interés para las amas de casa o ciudadanas de la tercera edad (no
temo sonar sexista pues rara vez he visto a un hombre ponerse a tejer con
gancho) y realizadas principalmente con propósito de esparcimiento, se han
convertido en actividades para todo público y edad, que las elaboran con motivo
de diversión, terapéutico e incluso empresarial.
Las únicas manualidades que yo había realizado hasta ahora
eran las que elaborábamos en la primara y regalábamos a nuestras madres cada 10
de mayo. Recuerdo de esos momentos el tortillero que hice con tela del tipo que
usan los edredones, y mis vanos intentos por aprender a tejer con ganchillo,
nunca lo pude hacer.
Todavía me cuesta trabajo creer que muchas de estas
actividades, que regularmente consumen bastante tiempo, para algunas personas
son fuente de verdadera ganancia o sostén económico, aunque con el paso de los
años he encontrado personas que logran buenos ingresos con la venta de bufandas
o ropa que ellos mismos tejen, de la bisutería que fabrican, del fomi que
moldean y pintan con habilidad, de los dulces que decoran o de los juegos para baño
que trabajan con encaje y pintura textil. Además, gracias al Internet y la mensajería postal,
algunas personas intercambian punto de vista (o de cruz) con aficionados de
otras partes del país o más lejos.
Ni hablemos de las fuentes de información que existen
actualmente para dominar estos oficios. Revistas especializadas en cada
manualidad, clases gratuitas en los puntos de venta del material y, nuevamente,
el Internet, donde mi madre aprendió a hacer las puntadas mediante videos en You Tube. Y sobre los puntos de venta,
adiós a las mercerías o las expediciones a las bodegas en el centro de la
ciudad, pues ya existen almacenes especializados en material para manualidades,
tan grandes como cualquier supermercado y con un servicio igual de grato.
En una exposición como la mencionada arriba, todo este
mundo parece mezclarse en un solo lugar, para beneficio del aficionado a las
artes manuales: tejido, cerámica, repujado, tarjetería, decoración de dulces,
bisutería, fomi, vitrales, joyería, pintado de madera, tejido a mano,
elaboración de bolsas, figuras de unicel, migajón, contrapujado, papel mache,
de china crepé u otros tantos tipos que no memoricé.
Y aunque es cierto que la tendencia de las manualidades
es cada vez más fuerte, no pude evitar sentirme decepcionado de ver la poca
variedad de temas en este mercado. No negaré que lo agradable a la vista y en
colores pastel y figuras sonrientes, sigue y seguirá siendo el mayor atractivo
para el público que consume estos productos, pero esa tarde me hubiera gustado
ver bisutería o tejido en colores oscuros, o figuras de cerámica con forma de Batman o el Hombre Araña, moldes para jabón en forma de dados de 20 caras, un
juego para baño con encajes negros y la cara de Jack Skellington, un molde para fomi con figura de R2-D2 o adornos de joyería con figura de
la Narsil , una Gunblade
u otro tipo de espada famosa.
Más me habría gustado que no me vieran con desdén cuando
pedí que me enseñaran a pintar de negro el borreguito de cerámica que compré
(por eso de la oveja negra de Monterroso),
o cuando confesé que usaba los cuenta hilos como contadores de vida en Magic, o cuando pregunté donde podría
comprar material para elaborar figuras de tipo 8 bit, como el collar de Mega Man que llevaba como ejemplo y
sobre el cual no pudieron darme ninguna referencia. ¿Alguna ayuda?
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