miércoles, 8 de marzo de 2017

Split


Hay algunas cosas y situaciones que me gusta describir como accidentes de carretera; estás consiente de que son terribles, pero, realmente, no puedes dejar de verlos. Y las películas de M. Night Shyamalan entran en esta clasificación para mí. Y es que, desde hace varios años, el trabajo de este realizador, luego de su portentoso éxito The Sixth Sense, presentó un declive constante y mucho más pronunciado con sus últimos trabajos: After Earth, The Happening y Lady in The Water. Curiosamente The Visit es una película mejor realizada, pero que no destacó en su periodo de exhibición, mientras que  The Last Airbender es un punto y aparte, más un producto defectuoso desde pre-producción que una mala película de su director.

Sin embargo, no dejo de estar atento a su trabajo ni pierdo oportunidad de verlo, pues sus recursos como narrador cinematográfico continúan siendo atractivos –a pesar del abuso de los mismos -, aunque sus habilidades de guionista siguen siendo cuestionables, en gran parte por su constante recurso al twist o giro de tuerca, empleado más como un recurso para sorprender superficialmente a su audiencia que como un elemento de desarrollo verosímil para sus historias.

Y luego llegó Split.



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