Esta semana vendí productos que tengo a la venta en Middle
Age Freak MKT, a través de la plataforma de Mercado Libre. Un día en particular me encontré llevando cuatro
paquetes a la mensajería con bastante prisa porque, media hora después, tenía
que entregar uno personalmente en una estación del metro y posteriormente, en
una hora más, llevar otros dos a la siguiente estación.
Comprendo que no es mucho si me comparo con otros vendedores
que entregan más de diez ordenes al día o manda otros tantos por correo
registrado o mensajería, pero —aparte de la modesta sensación de orgullo que me
deja haber cumplido esas entregas y envíos— sí me pone en perspectiva sobre esta
actividad que muchos emprenden para subsistir o ganar un ingreso extra a un
sueldo insuficiente, o complemento a sus actividades de venta que han venido
realizando por otros medios.
Mi cuenta en Mercado
Libre la saqué hace cinco años como parte de un apoyo a la persona para la
que trabajaba entonces como asistente y que buscaba comprar un libro antiguo,
sólo disponible en este sitio donde él no tenía idea de cómo desenvolverse. Yo
tampoco la tenía entonces, pero no tomó mucho tiempo de navegación hacerme a la
idea, abrir una cuenta y ofertar por dicho producto. Al día siguiente, en la glorieta
del metro Insurgentes, me cité con el vendedor para revisar el producto,
confirmar su estado y pagarle. Fue una persona muy atenta que no perdió la
oportunidad de invitarme a revisar y adquirir otros productos que tenía
disponibles. Después de eso olvidé mi cuenta de Mercado Libre por más de un año.
Posteriormente, trabajando entonces para un empresario
que también vendía en Mercado Libre, y durante una de nuestras excursiones a la
zona centro de la ciudad para surtirse de producto, fue cuando la idea se
manifestó a través de una figura de Mega
Man de la marca Bandai, junto
con su perro Rush y un Casco Met. Me dije entonces; yo podría vender esto y finalmente lo
compre, con otros productos similares.
Cuatro años después, vendiendo en Internet con altas y
bajas (más bajas y rebajas que altas), me doy cuenta de que vender en línea es
una actividad paradójica en sí misma. No es muy diferente a vender
presencialmente, pero los métodos no son similares, independientemente si
entendemos o no que estamos viviendo en una época de inmersión digital. Paralelamente
los métodos, en esencia, no son muy diferentes al de vender en un local fijo o
en el tianguis de fin de semana, pero la idea general tiende a mostrarse diferente
ante nuestros ojos.
Y es que la actividad de vender en línea surge de la
misma transformación de la Red a la Red 2.0
y la necesidad de darle voz a sus usuarios. Vender en línea no es muy diferente
a llevar un blog, canal de video o redes sociales con regularidad: mucho
trabajo de escritorio supervisando, dando mantenimiento y seguimiento a tus
canales de conexión; captura de fotografía y video, terrenos donde uno puede
tener una ligera o nula experiencia al respecto; la contabilidad básica, que no
solo nos demuestra que añadir treinta por ciento de ganancia al valor de un
producto no significa subirle exactamente 30 pesos, sino que este nos sigue arrojando
pérdidas hasta que entendemos que hay que añadir el costo de la caja y la cinta
para empacar el envío; tratar con clientes troll
con la misma naturalidad y desapego con la que algunos vendedores nos han
tratado a nosotros cuando nos hemos puesto pesados en alguna situación; y
mantener conversaciones por mensajería instantánea con minutos e incluso horas
de respuesta entre mensajes, respondiendo incluso a altas horas de la noche
cuando todavía, tanto el cliente como el vendedor, no se deciden a soltar la
computadora.
Los resultados de encarar una empresa así, sin un
ligero sentido de dirección no son muy diferentes a los que enfrenta un
comerciante convencional; descapitalización, deudas insostenibles, perdida de
activos y ventas, stress y problemas de salud. Suena nefasto, pero otra
sensación que comparte el vendedor en línea con el convencional es esa discreta
satisfacción de haber cubierto la carencia o necesidad de otra persona en
determinado momento de su vida. Al final son sólo distintos caminos hacia un
mismo destino… Haciendo dinero en el proceso, por supuesto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario