Igual que para muchas personas de mi edad, la primera convención de comics a la que asistí fue también el primer evento de este tipo realizado en México:
La historia del origen de esta primera Conque y sus pormenores son mejor relatadas por Gantús en su blog “Esto es Ferfecto", así que mencionarlos yo también sería redundante. Pero lo que no puedo encontrar en la red son opiniones de primera mano de aquellos que se formaron alrededor del Polyforum Cultural Siqueiros esos días. Así que decidí aventurar la mía.
En
1994 yo tenía 16 años, había empezado la preparatoria y trabajaba medio tiempo
en un Videocentro. Ya era cliente de las tiendas de comics y tenía mi ejemplar
de la Muerte
de Superman, a raíz del cual decidí rescatar la tradición paterna de
coleccionar comics. Además (esto es importante recordarlo después) ya tenía una
tarjeta de débito de Bancomer, del tipo que un amigo se refirió una vez como “tarjeta
de chavito chido”.
Independientemente de cómo me enteré del evento, el martes 26 de julio de 1994, junto con mis amigos de la infancia, llegamos al Polyforum alrededor de las diez de la mañana, hora programada para la inauguración, que sin embargo se había adelantado pues la fila del público daba vuelta al recinto y llegaba hasta Insurgentes. Muchos no pudieron ver a Sergio Aragonés, invitado especial del evento, cortar el listón inaugural.
De
acuerdo a Gantús, la expectativa de visitantes para este evento era de tres mil
personas, que se vio superada por un total de diez mil que circularon en el
interior del Polyforum, revisando las cajas del “back issue” que llevaban las
tiendas, descubriendo que había más variedad de locales que los ya conocidos (World
Comics and Cards, Mantícora, Casa de la Caricatura , etc.). Entonces, con el cambio de dólar
alrededor de 3 pesos, la vendimia fue memorable para todos.
El “cosplay”
estaba muy lejos de ser tan importante en las convenciones nacionales, pero
todo el público le abría paso al “Depredador”, cuyo disfraz tan bien elaborado
le convirtió en figura emblemática y obligada en muchas convenciones que
siguieron.
Mentiría
si dijera que a mis 16 años busqué desesperadamente los autógrafos de Sergio Aragonés,
Humberto Ramos, Rius, Edgar Clement, Yolanda Vargas Dulché, Sixto Valencia o de
otras personalidades que se presentaron. Tampoco diré que asistí los tres días
del evento, pues se organizó entre semana por las actividades teatrales del Polyforum
los sábados y domingos. Y sobre lo que compré ese día, sólo hubo una cosa:
Siguiendo
el flujo de la gente entre los expositores, descubrí de repente en el stand de La Casa de la Caricatura una caja
azul con el logotipo de Star Wars. Era la trilogía original en versión
widescreen, edición especial en VHS, con una litografía especial, el fragmento
de un libro dedicado a George Lucas y el documental “From Star Wars to Jedi”.
En general, el equivalente a las ediciones para coleccionistas de los videojuegos
de moda que vemos actualmente. Todo por 500 pesos de la época.
No lo
pensé mucho; salí de la Conque
y busqué desesperadamente un cajero automático. Tomé un microbús sobre Insurgentes
hasta que encontré uno, donde dejé mi tarjeta casi en ceros y regrese a comprar
esa caja, que actualmente sigue en su lugar de honor sobre mi centro de
entretenimiento.
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