Puedes evitar que ocurra un evento en la historia. |
SIEMPRE ANTIGUO.
SIEMPRE NUEVO
Ángel Zuare
Sobre la calle de Londres, en el corazón
de la Zona Rosa, se levanta la fachada del Hotel Geneve. Inaugurado en 1907,
actualmente a este hotel se le considera el más legendario de la Ciudad de
México y lugar donde se han dado varias anécdotas interesantes en la historia
de nuestro país. Por ejemplo, la administración inaugural del hotel consentía
que las mujeres se hospedaran solas, sin acompañantes varones, que era mal
visto por todos los hoteles de la época. También, en su famoso restaurante Palm
Garden, oficialmente se sirvió el primer sándwich en México.
Las anécdotas son aún más
interesantes cuando revisamos los registros y descubrimos que en sus
habitaciones se han hospedado personalidades como el actor Marlon Brandon, el
revolucionario Rodolfo Fierro, el diplomático Winston Churchill, la primera
embajadora soviética Alexandra Kollontai, el aviador Charles Lindbergh y el
cuentista Julio Cortázar, entre otras figuras importantes, incluyendo a presidentes
nacionales como Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho y Porfirio Díaz.
Por cierto, justamente el 20 de
noviembre de 1910, día señalado por Francisco I. Madero en su afamado Plan de
San Luis para que el pueblo se levantara en armas contra el gobierno de Díaz,
este se presentó con su familia para comer despreocupadamente en el Palm
Garden, para dar la impresión de que no pasaba nada. A pesar del llamado a las
armas de Madero y de la muerte de la familia Serdán en Puebla, días antes, no
pasaba nada. Pagaron treinta pesos de la época por la comida.
El recibidor del Hotel Geneve,
contrario a lo que podríamos pensar, está abierto al público como un pequeño
museo donde se pueden apreciar vitrinas con artículos reunidos durante la
historia del hotel (pequeñas prendas de vestir, utensilios y más), junto con
breves biografías de sus huéspedes más distinguidos. Todo montado en los pilares
centrales del recibidor. Trajes de toreros, mapas de la época, una vieja
máquina registradora, pinturas y fachadas preservadas o restauradas, a pesar de
los tiempos conflictivos que el hotel vivió durante la Revolución Mexicana,
donde fue declarado zona neutral, o del terremoto del 85, donde,
milagrosamente, no sufrió ningún daño.
Y claro, también está el Bar del Teléfono.
No muy diferente a otros bares de
hotel, este recibe su nombre por el teléfono antiguo de imitación, montado en
una pared junto a la entada. Realizado en madera, con su dial para marcar en un
acabado dorado, resalta aún más por dos placas metálicas montadas junto a él. En
la primera se explica que Tomas Alva Edison, luego de obsequiarle al presidente
Díaz uno de sus primeros fonógrafos durante una visita que el mandatario realizó
a la ciudad de Nueva York, pocas semanas después recibió un agradecimiento en forma
de un cilindro de cera, con la voz grabada del propio Porfirio Díaz, el día 15
de agosto de 1909 (la Fonoteca Nacional la considera la primera grabación de
audio en la historia del país), donde el presidente alabó el talento y
esfuerzos de Edison en su búsqueda de la superación de la humanidad a través de
la ciencia.
La segunda placa junto al
teléfono simplemente dice: Levante la
bocina para escuchar a Porfirio Díaz.
Así que simplemente levanto la
bocina, la acerco al oído y de inmediato empiezo a escuchar una voz que explica
el motivo de la grabación y presenta a don Porfirio Díaz, quien empieza a
hablar con una voz recia y avejentada. Cerrando los ojos casi puedo imaginarlo
sentado en su silla, con su ajuar presidencia y moviendo sus característicos
bigotes encanecidos mientras comienza a hablar:
Chapultepec, agosto quince de mil novecientos nueve. Señor Thomas A…
No le llama Alva, sino que pronuncia
la letra A. Qué curioso…
… Edison. Estimado y buen amigo. Me refiero a su grata ocho de julio.
Y curiosamente, simplemente así,
sin proponérselo o meditarlo, en uno surgen las ideas y de repente me encuentro
hablando al teléfono, a sabiendas que lo único que podría escucharme es un reproductor
de mp3 conectado a la bocina de este teléfono falso:
-Mata a Francisco I. Madero.
Yo también, como usted, recuerdo con placer el tiempo aquél en que tuve
la satisfacción de conocerle y conocer sus atrevidos experie…
El dignatario, el militar, el
soldado, tartamudea en este punto. Casi puedo verlo apretar los puños y
relamerse los labios rápidamente para corregirse:
… experimentos...,
Yo sólo atino a repetir:
-Mata a Madero.
…, haciéndome participe de su fe inquebrantable en el grandioso porvenir
de las ciencias físicas.
-Lo conociste meses atrás. Lo
subestimaste. Ahora está haciendo propaganda política de sus ideas en el sur
del país. Se postulará para la presidencia contra ti el próximo año.
Fue allá en su patria, en los primeros días de la luz eléctrica en
Nueva York, y desde entonces presentí en usted al héroe del talento. Al
triunfador del trabajo. Al que más tarde habría de someter a disciplina el
fuego arrebatado por Franklin a los cielos…
-De inmediato lo harás encarcelar
en San Luis por conato de rebelión. Saldrá por fianza y huirá a Texas. Desde
ahí convocará a que el pueblo se levante en armas el veinte de noviembre. No puedes
permitir que nada de eso ocurra. Mátalo.
La voz de Díaz se detiene por un
momento. Y yo sólo alcanzo a pensar que el reproductor se ha descompuesto o que
la bocina se ha desconectado. Pero todavía puedo escuchar las vueltas del
cilindro de cera y el ruido blanco propio de grabaciones tan antiguas.
… para perpetuar acá en la tierra, en sus maravillosos aparatos
fonográficos, la cariñosa voz de los seres amados, reproduciendo todos los
ritmos, todos los acentos y todas las modulaciones del lenguaje humano.
De nuevo la voz se detiene, pero la
grabación sigue. Y entonces me doy cuenta que esta es una de esas sencillas
ideas que amenazan con volverse grandes si resulta que uno está en lo correcto.
Y también es cuando nos gana el nerviosismo y alzamos la voz, lo que en este
caso no parece importarle a nadie, aunque el hotel está mucho más concurrido
ahora que de costumbre. Muchas figuras y sombras entrando y saliendo, por los
pasillos y elevadores, casi el mismo tiempo. Díaz simplemente no habla…
-¡La cagaste en la entrevista con
Creelman, diciendo que no te postularías en las elecciones de mil novecientos
diez! ¡Ahora no la cagues con Serdán! Se esconderá bajo el piso de madera de su
recámara. Lo quieres vivo, ¡pero mata a Madero! En la cárcel o en su huida a Estados
Unidos, pero mátalo. ¡Mátalo!
-You gonna take much longer, my friend?
Marlon Brandon quiere usar el
teléfono para avisar que llegará tarde al junket con la prensa nacional para
hablar sobre su nueva película, Julio César. Nadie nunca le preguntara sobre su
malograda caracterización de Emiliano Zapata. Le indico con la mano que no
tardaré mucho y él asiente, retirándose para sacar un cigarro. Vuelvo a
escuchar a Díaz en el teléfono:
Me es grato complacerle porque tengo en muy alta estimación a los
grandes benefactores de la humanidad, y usted es uno de ellos porque usted ha
criado…
Dice criado en lugar de creado.
Por más que lo refinó su mujer, parece que hubo cosas que no logró corregirle. Volteo
atrás y Brando ya no está ahí. En cambio veo como Alexandra Kollontai se
despide ceremoniosamente del presidente Elías Calles, antes de marcharse hacia
los elevadores. Calles, tal como él y Alexandra acordaron mediante miradas, esperará
algunos minutos que se verán correctos ante otros ojos, antes de seguirla.
… nuevas fuentes de felicidad, de bienestar y de riqueza para el género
humano, utilizando las más poderosas fuerzas conocidas:
Miro de reojo y me doy cuenta que
la vitrina con la placa describiendo la visita de Winston Churchill al hotel, a
mitad de su viaje a Cuernavaca y con motivo de visitar la ciudad en su ambiente
postrevolucionario, ya no está. No distingo lo que ocupa su lugar porque me
distrae la ceremonial llegada de William Randolph Hearts y Marion Davies,
luciendo en sus sonrisas la victoria de haber logrado hundir a un director de
cine malintencionado y su película de poca monta. En otro extremo del
recibidor, Charles Lindbergh camina junto a su hijo, Charles Jr., que recién ha
cumplido veintiún años.
No tengo más tiempo. Hay que acabar
aquí para regresar a casa…
… Luz…
… y preparar las maletas. Mañana
debo estar en la base a primera hora, con la División 201 para los festejos de
aniversario de su participación en la guerra.
…, electricidad…
Llegaré más rápido si viajo por tren,
aunque tenga que madrugar para llegar a la estación.
…, trabajo y genio…
Un momento. ¿Qué estaba haciendo
yo aquí? Ah, sí, escuchar la grabación del presidente Díaz para a Tomas Edison.
Jamás la había escuchado antes. Tal vez podamos usarla para sus fiestas de
natalicio o para conmemorar el aniversario de su décimo periodo.
Su amigo, que con orgullo estrecha su mano. Porfirio Díaz.
Sonrío al colgar la bocina y sigo
haciéndolo mientras abandono el Hotel Geneve, caminando sobre la calle de
Londres y frente a algunos destacamentos de policía militar; tiendas de
regalos, artesanías y restaurantes con sus precios expresados en la misma
cantidad para pesos y dólares; y pensando en que no será mucho trabajo obtener
esa grabación de Internet cuando vuelva a casa.
* * *
Waw. ¿Qué puedo decir? ¡maldito! creo que es lo más cercano a la realidad. Empecé leyendo con cierta curiosidad ¿Son ciertas todas esas anécdotas del Geneve? Obvio, aún no las he buscado, pero si son ciertas, evidentemente hiciste tu tarea, y si no, le dan sabor a la narración y enganchan. Sólido comienzo. Felicidades.
ResponderBorrarLo mismo va para el teléfono. Tengo que ir a corroborarlo por mi mismo ¡Sería fabuloso escuchar esa grabación en ese ambiente! Según iba leyendo una sonrisa se dibujaba en mi rostro, con la anticipación de un hecho, un desenlace que se anunciaba con cada párrafo que avanzaba, de manera que pude omitir el único fallo histórico que encontre: Diaz y Madero se conocián desde mucho antes, e incluso había cierta simpatia del primero hacia el segundo ¿El narrador viajaría en el tiempo para matar a madero? ¿se comunicaría con Díaz a través de la grabación y al colgar estaría en un mundo donde la revolución no sucedío como la conocemos?
En lugar de eso, justo cuando esperas el climax, o que empiece lo bueno, acaba el cuento. Maldito.
Gracias, que bueno que te gustó. Sí, todas las anécdotas sobre el hotel son ciertas. Las puedes consultar en su página de Internet. Y aunque la grabación de Díaz también está disponible en la red, escucharlo a través de ese teléfono falso es otra experiencia. Date una vuelta, hay muchos detalles curiosos expuestos en el lobby de ese hotel. De nuevo, gracias.
Borrar