Organiza y planea todos los detalles de un robo bancario |
EN EL CAOS NO HAY
ERROR
Ángel Zuare
Caos: Cuando el presente determina el futuro, pero el presente
aproximado no determina el futuro aproximadamente.
– Edward Lorenz
-No funcionará. De ninguna forma-
comentó el Profesor y todos en la mesa voltearon a verlo. Algunos expectantes y
otros molestos por el comentario. Algunos ya mareados por su tercera cerveza y
otros con ganas de levantarse para irse del bar donde todos se habían reunido después
de las cuatro de la mañana, con puertas y ventanas cerradas y la música puesta al
mínimo.
-¿Y por qué dice eso, Profesor?-
preguntó Armando esperando así mantener fluyendo la conversación y el interés de
todos los presentes. -¿Qué error le ve al plan?
-¿Al plan? Ninguno, muchacho. La
idea misma es la que no va a funcionar.
-¿La idea? O sea, robar un banco.
¿A eso se refiere?
-Así es. Robar un banco es una
idea condenada al fracaso desde el inicio. No resultará, sin importar lo que
todos aquí planeen en este momento.
Un clamor de molestia general se
propagó en la mesa. Algunos se levantaron y otros golpearon la mesa con la base
de sus botellas o vasos. Pero el Profesor se mantuvo impasible en su asiento
junto a Armando, quien también se puso de pie y, alzando la voz, exigió que
todos guardaran orden. En poco tiempo los ánimos se calmaron y todos regresaron
a la mesa.
-¿Nos puede explicar, Profesor?-
le pidió Armando a quien fue su maestro de física en la universidad, durante
los años en que estudiar ingeniería parecía ser una idea con futuro. El aludido
encendió un cigarrillo (el último de la cajetilla y de la semana) antes de
empezar a hablar.
-Antes les aclaro que si creen
que deseo convencerlos de abandonar esta idea, están equivocados. Yo necesito
esto tanto como cualquiera de ustedes y deseo que funcione. Pero la historia,
la probabilidad y la misma ciencia han demostrado que robar un banco es una
imposibilidad. Es como pretender abrir un agujero en el suelo que nos sostiene
a todos y que se regenera a sí misma.
-Te juro que no entiendo tanta
pendejada- interrumpió Rafa echando su cabeza rapada hacia atrás y recargando
su ancha espalda contra el respaldo de la silla.
-Me refiero a que las posibilidades
que operan a nuestro favor para asaltar un banco, también funcionan en nuestra
contra. ¿Cuántas personas estamos aquí ahora? ¿Siete? Suficientes para
organizar un asalto armado con armas de cualquier calibre que podamos
encontrar. Alguien mencionó hace un momento que puede conseguir cuernos de
chivo, ¿cierto? Armas impresionantes, espantan a cualquiera. Ni siquiera tienes
que saber apuntar. Lanzas unas rondas al aire y listo, toda la gente está asustada
y hará lo que tú quieras… Y en el proceso dejaste decenas de cartuchos como
evidencia para que la policía pueda rastrear el arma.
“Coordinar a tantas personas
también es una pesadilla. Cierto que tienes mayor control de la situación y
puedes entrar y salir en segundos, con una mayor cantidad de dinero y debidamente
protegido si no dejas ningún tipo de evidencia y cubres tu rostro. Pero sólo necesitas que un elemento se salga
de control, que dispare a quien no deba o que olvide su función durante un
segundo, para que todo el orden se descomponga”.
-Muchos asaltos funcionan así-
comentó Pedro.
-¿Y qué crees que pasa después?
Nadie puede gastar directamente o inmediatamente el dinero obtenido de un asalto
bancario, sin llamar la atención. Deben lavarlo, procesarlo, convertirlo en un lastre
para nuestras vidas, que ciertamente ya son complicadas. Y repito, sólo hace
falta uno que cometa un error. En 1997 el asalto más cuantioso en la historia
de Estados Unidos y uno de los mejores planeados, se resolvió cuando uno de los
asaltantes se le ocurrió pagar a alguien con un fajo de billetes que aún tenía la
cinta sujetadora, con los sellos del banco. Una verdadera idiotez. Y no es mi
deseo insultar a nadie, pero la probabilidad dicta que alguno de los aquí
presentes debe ser un imbécil, en comparación con los otros.
De nuevo los ánimos se
calentaron. Rafa se puso de pie y levantó los puños contra el Profesor, quien
permaneció sentado en su lugar mientras Armando ponía orden nuevamente.
-O tal vez se sientan más cómodos
realizando robos por su cuenta- siguió declarando el Profesor. -, llegando a las
caja con una nota amenazante para el cajero. Después de todo la política de los
bancos es evitar situaciones violentas y entregar lo que pide el asaltante,
quien finalmente abandona el banco tranquilamente, dejando tras él huellas digitales
en el papel de la nota o sobre el mostrador y su rostro grabado en las cámaras
de vigilancia. Todo por menos de cien mil pesos, que no le durarán mucho
tiempo.
-¿y qué tal un trabajo interno?-
interrumpió Carlos, limpiando el sudor que empezaba a perlarle la frente.
-Tu eres el guardia, ¿cierto? Con
llaves de toda la sucursal, menos de la bóveda de valores, supongo. La que
imagino se abre por tiempo y no hay nadie en la sucursal con facultades para
abrirla. Ni siquiera el gerente. Se tendría que preparar el asalto exactamente
a la hora en que las bóvedas se abren para descargar el contenido a los camines
blindados, a mitad del día.
-Tal vez otro tipo de robo…-
comentó David, ajustándose los lentes –Hackear servidores y desviar dinero de cuentas
o inversiones. Incluso manipular…
-Los cajeros, como hicieron el
año pasado. Más de cuarenta y dos millones de dólares sustraídos de cajeros ATM
en doce países distintos, con los criminales organizados por Internet. Aun así
hubo detenidos. Ocho en Nueva York, al menos.
“Además, considerando que escojan
un método que funcione y se tenga éxito en el robo, que sorteen la tentación de
gastar el dinero descuidadamente y las pesquisas sobre los que trabajen
adentro, ¿cómo evitarán la tentación de intentarlo de nuevo? ¿De convertir esto
en su medio de vida, considerando que tuvieron suerte la primera vez y que las
probabilidades funcionaron a su favor? ¿Creen que los asaltabancos duran más de
tres años realizando robos organizados? Eventual e invariablemente los atrapan.
“Y entiendo que para eso Armando
me invitó para participar en esto. Espera que yo pueda reconocer sus talentos y
organizar un plan que funcione infaliblemente… Pero no puedo hacerlo porque es
imposible. Nadie puede organizar un plan que trabaje sin errores. Tal vez sí,
de manera inmediata, pero no a mediano o largo plazo por carecemos de
habilidades para vislumbrar las consecuencias de nuestras acciones en el futuro
lejano. Es teoría del caos”.
-¿Eso qué significa?- preguntó Armando.
-Que tan sólo estando en esta
mesa, discutiendo un plan para un robo, nos condena al fracaso porque no
podemos ver todas las variables y consecuencias más allá del éxito de sacar el dinero
del banco.
La mesa guardó silencio durante
un minutos mientras las últimas cervezas se consumían. –Entonces, ¿es inútil? ¿Todo
se va al carajo entonces?- preguntó Armando.
-Jamás dije eso- dijo el Profesor,
dando la última bocanada a su cigarrillo. Las miradas de seis hombres con
gestos de incertidumbre, se dirigieron a él. -Lo que quiero es que entiendan
mis ideas para que, finalmente, les diga lo que vamos a hacer. ¿De acuerdo?
Algunos asintieron con la cabeza
y otros dijeron que sí abiertamente. Finalmente el profesor se inclinó sobre la
mesa apoyando sus codos. –Entonces esto es lo que haremos…
. . . .
A las 9:00 de la mañana del lunes
16, algunas redes sociales y páginas de noticias reportaron errores en los
sistemas de banca en línea, presentando cuentas vacías y algunas con depósitos
no reconocidos. A las 9:45, varios cajeros ATM de la zona metropolitana
empezaron a duplicar, triplicar o disminuir indiscriminadamente la cantidad
retirada por los usuarios. Entre 10:00 de la mañana y medio día se reportaron
asaltos realizados por individuos que llegaron directamente a las cajas de las
sucursales con notas amenazantes para el cajero. En algunos casos, antes de
recibir el dinero, el asalto era interrumpido por otros asaltantes que llegaban armados y violentando a los
clientes, antes de escapar con su botín en tres autos distintos, reportados
como robados la noche anterior. Al final del día los bancos definieron que el monto
robado físicamente de las sucursales superó los 50 millones de pesos entre
efectivo, bonos, y otras variedades de papel moneda. El total del monto sustraído
no pudo ser concretado en ese día por los saldos que seguían modificándose arbitrariamente
en Internet.
. . . .
Y sí, la tentación fue grande
para todos. Al año siguiente, luego del tiempo de desconexión que todos habían
acordado, Armando buscó nuevamente al Profesor para pedirle su ayuda en la
organización de otro golpe. Con los mismos muchachos, otros más, o con menos
elementos operando al mismo tiempo. Como el Profesor lo quisiera.
Pero a quien encontró en la casa
del Profesor fue a su reciente viuda, quien no solamente le informó de la
muerte de su esposo a causa del cáncer pulmonar, diagnosticado semanas antes de
que Armando lo llamara para proponerle el golpe. También le entregó un sobre
dirigido a él, tal como se lo había indicado su esposo que lo hiciera si un día
un muchacho con sus características iba a buscarlo. Bajo el marco de la puerta
en la casa de su maestro, Armando abrió el sobre y leyó el papel que venía
adentro.
Armando.
Gracias a tu iniciativa pude costearme una muerte decente, muchacho, no
necesitaba nada más. Así que, no es mi deseo insultarte, pero, si estás leyendo
esto, me pregunto… ¿Acaso eres el imbécil?
Suerte muchacho.
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