Este día, dentro de un ciclo de reestrenos de películas de antaño, tendré la oportunidad de ver Gremlins como nunca antes lo he hecho; en una sala de cine. Y sobra decir que estoy muy emocionado porque Gremlins ha sido una de mis películas favoritas y uno de los filmes más representativos del género fantástico de los años 80.
La historia de Gremlins es ampliamente conocida: un joven pueblerino recibe de regalo una curiosa mascota con insólitas instrucciones para su cuidado; no debe exponerla a la luz brillante, no debe mojarla y, principalmente, sin importa cuando le ruegue, jamás debe darle de comer después de medianoche. La violación de estas reglas desatará un caos terrible en el pequeño pueblo de Kingston Falls.
Partiendo de y logrando darle forma a un chiste recurrente surgido durante la Segunda Guerra Mundial, Gremlins fue una película de 1984, dirigida por Joe Dante, protagonizada por Zach Galligan, Phoebe Cates y Hoyt Axton, y producida por Michael Finnell, Kathleen Kennedy, Frank Marshall y Steven Spielberg, bajo el sello de su compañía productora, Amblin Entertainment, y con un guión escrito por Chris Columbus, quien con este argumento (junto con el de The Goonies y Reckless) buscaba iniciar una carrera en Hollywood.
¡¡Sólo puro desmadre, así parrandean los gremlins!! (el propio Joe Dante realizó las voces de la mayoría de los gremlins)
Por su parte, buscando regresar al terreno del horror, que había impulsado parte de su carrera, y aprovechando el interés que el público tenía por películas de terror humorístico, Steven Spielberg se interesó en el proyecto, dejándolo en manos de Kennedy, Marshall y Dante, quien ya tenía dos exitosas y populares películas de terror que cimentaban fuertemente su carrera: Piranha (1978) y The Howling (1981). Spielberg ya había trabajado con Dante en la producción del tercer segmento de Twilight Zone: The Movie. El estilo caricaturesco y terrorífico que Dante imprimió en este trabajo encajaba perfectamente con la idea que se tenía sobre Gremlins.
En el guión original, la madre de Billy iba a morir a manos de los gremlins, en esta escena.
Igual que muchas producciones, Gremlins sufrió cambios en su guión original, que incluía la violenta muerte de la madre del protagonista, la de su perro, escenas de los gremlins comiendo personas y la transformación del adorable Gizmo en un auténtico gremlin. Muchos de estos cambios provenían armónicamente tanto de productores como del director, excepto en un caso: La escena del banco.
De todas los momentos grotescos o francamente violentos que podía tener la película, este llamaba la atención de los productores, incluyendo a Spielberg, quienes trataron de eliminarla de la edición final. Sin embargo, Dante defendía esta escena, argumentando que englobaba todo el concepto de la película. Finalmente, respetando la idea de que Gremlins era un trabajo más de su director que de los productores, estos respetaron su decisión. Muchos críticos y conocedores del género consideran esta escena no sólo la mejor lograda del filme, sino también uno de los momentos más interesantes en toda la filmografía de Dante: La actuación de Phoebe Cates mientras va narrando el motivo de su odio por la Navidad, los efectos de sonido del caos y destrucción fuera del banco y la perturbadora música de Jerry Goldsmith (alterando una canción navideña tradicional de E.U.), se mezclan perfectamente para lograr un efecto ambivalente en el público, quien no sabe si reír, horrorizarse o compadecerse por la chica.
El documental detrás de cámaras, original de 1984
Gremlins se estrenó el 8 de junio de 1984 en E.U., y en México
llegó el 13 de diciembre del mismo año (justo en la época navideña),
convirtiéndose en un éxito entre el público y generando críticas positivas en
su mayoría, junto con una ola de filmes similares (Critters, Munchies, Ghoulies, etc.). En 1985 recibió cinco premios Saturn
por mejor película de horror, director, música y efectos especiales, los cuales
también escalaron las técnicas de los marionetistas cinematográficos a nuevas
alturas. Gremlins y su respectiva secuela de 1990 (de la que ya
hablaremos más detalladamente en otra ocasión) han recibido varias lecturas; desde
ejemplos desbordados de mal gusto y falta de humor hasta hábiles críticas al
consumismo desmedido de la sociedad moderna.
Pero finalmente esta cinta perdura en el gusto del público desde diversos ángulos; ya sea por el gusto nostálgico de una época y valores más sencillos, o por el placer perverso de ver a ancianitas volar desde las ventanas en Navidad.
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