Quizá esto suene pretencioso, tal vez sacrílego, pero realmente me alegro de no haberme iniciado en el juego de rol con Dungeons & Dragons o Vampire, los dos principales juegos de la época y que, si bien han iniciado a miles de personas en esta afición, mis amigos más cercanos los juegan y yo mismo los he practicado en varias ocasiones, realmente el primero (que iba en su segunda edición en aquel tiempo) podría enloquecerte si no entendías el concepto del ThAC0, mientras que por el segundo puedo decir que nunca he estado en una partida donde, por lo menos, un jugador no se pase la mascarada entre el tiro de sus pantalones. Y no me hagan hablar del sectarismo que se daba entre ambas facciones de jugadores.
No, mi primer juego fue Star Wars en todos los aspectos. Y realmente no era que yo buscara iniciarme en el juego de rol, sino que este era una actividad secundaria de un Club de Fans de Star Wars al que pertenecí, junto con el coleccionismo de juguetes, libros y comics. Y en aquellos años los fans de Star Wars no se complicaban la vida con reglas, clanes o facciones… Excepto con los trekkies. Los odiábamos intensamente.
Alonso se llamaba mi primer director de juego y nos vendió tan bien la idea del mismo que me apunté para una partida. Y recuerdo muy bien donde se realizó: en una cafetería dentro de la plaza comercial Morisko, sobre la calle de Manuel Carpio y esquina con Dr. Atl, en un extremo de la Alameda de Santa María, muy descuidada y distinta a la que conocemos hoy. Creo que el lugar se llamaba Café Saludable, aunque sus cuernitos con mantequilla y mermelada eran todo menos eso.
Uno no olvida a su primer personaje cuando empieza a jugar rol. Especialmente si se arma con cuidado, bajo una buena guía y puede comprender la transformación algebraica de factores físicos como fuerza y destreza (es más sencillo de lo que suena, lo juro). El mío era un contrabandista -tal vez muchos admiren a Luke Skywalker, pero realmente todos quieren ser Han Solo- al que llamé Psycop LeZark. No me pregunten de dónde surgió el nombre, pero recuerdo claramente que le faltaba la mano y el antebrazo izquierdo, que había sustituido con un garfio cibernético. Si, en un universo donde las extremidades podían ser sustituidas fácilmente con una fusión de metal y piel, yo me empeciné en tener un garfio. Y la neta, se veía muy chido.
El arte original de Gil Kane, para la serie de tarjetas Star Wars Galaxy |
Jugamos en ese lugar en varias ocasiones. Todavía lejos de Ediciones Especiales, Universo Expandido, Episodios I, II, III, VII, y otras sandeces, nosotros negociamos con hutts, entrenamos Jedis y chocamos un par de naves en el hiperespacio (aun no entiendo cómo pasó). A veces llegaba más temprano para pasear por la Alameda, leer en una banca del parque o jugar en el local de maquinitas de la plaza.
No recuerdo cuando fue que dejamos de jugar en el Café Saludable. Aun no empezaba con Dungeons & Dragons, eso es seguro, pero creo que fue cuando decidí dar el paso de jugador a director… Pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.
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