Cuando
empezaron a aparecer los primeros trailers de X Men: First Class, recuerdo que
mi amigo y colega escritor, Ignacio Loranca, comentó vía Facebook que dicha
película podría tratarse de la “sleeper” del año. A partir de entonces muchos
lo interrogamos al respecto, tanto por los datos en que se basaba para hacer
dicho comentario, como por el significado del término “sleeper”. Esta es la
definición que Ignacio dio, directamente tomada de su Facebook:
Sleeper: Dícese en el argot “freak” sobre las
películas donde la promoción es mínima o no muy escandalosa, en relación a
otras producciones del mismo tipo, y que las expectativas no son tan grandes. Sin
embargo terminan dando la sorpresa al ser las mejores de la temporada. El término
"durmiente" aplica en que, al "despertar", lo hará de
manera espectacular.
El “durmiente” es apacible en su sueño. No levanta grandes comentarios en prensa escrita o Internet. Sus carteles ocupan los rincones más discretos de los cines. No son tema de sobremesa o, si llegan a serlo, es principalmente para ser víctimas de un franco desinterés: “No me llama la atención para ir a verla”.
Pero todos
hemos estado presentes cuando un “durmiente” despierta. Su nombre empieza a
llenar comentarios en foros de Internet, blog y redes sociales. La prensa
empieza a recomendarla y los cines reacomodan sus salas para darle más espacio.
Y como espectador haces conciencia de que antes había escuchado hablar de dicha
película, sin realmente prestarle atención. Y cuando decides satisfacer tu
curiosidad puedes descubrir, entre otras cosas que no esperabas, una sala
repleta o de plano una función agotada.
Podemos
decir que Star Wars es uno de los mejores ejemplos de “sleepers” que ha tenido
la industria cinematográfica: una película que ni su propio estudio esperaba
que triunfara o al menos pagara su costo, se convierte, literalmente de un día
al otro, en el mayor éxito de su año. Pero no tenemos que ir tan lejos para ver
a otros “durmientes”: Rango (marzo 2011), Mi Villano Favorito (2010), Shrek o
El Aro son otras producciones que no sólo se convirtieron en películas
exitosas, sino que se volvieron elementos que marcaron el desarrollo comercial
y de producción del cine contemporáneo. Y si fuéramos más atrás encontraríamos
ejemplos que han marcado al cine como arte tal cual (Ciudadano Kane).
Lo
más interesante es que el fenómeno del “durmiente” no sólo se da en el cine. Dentro
de nuestra producción de teatro musical, especializado en montajes extranjeros con
más oropel que contenido, nadie esperaba el éxito de Mentiras, un musical
nacional de bajo presupuesto. Tolkien y su editor, Rayner Unwin, tampoco
pudieron anticipar el éxito editorial de El Señor de los Anillos. También
recordemos que Final Fantasy fue el último juego de una empresa que
prácticamente estaba en la bancarrota. Doce juegos después, Square sigue aquí.
¿Cómo
podemos distinguir a un “durmiente”? ¿Cómo estar preparados para que no vuelvan
a tomarnos por sorpresa? Es imposible. La fuerza de su revelación es la naturaleza
de los “sleepers”. Estarán a nuestro alrededor, bajo una presencia discreta o
francamente ignorada. Y cuando despierten quedaremos enmudecidos por la
impresión y finalmente, en las charlas se sobremesa, escucharemos una de las
pocas frases que considero que guardan una proporción ideal entre orgullo y
humildad:
“La verdad, no esperaba que estuviera tan
buena”.
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