Caes a través de hielo delgado |
EL PUNTO INTERMEDIO
Ángel Zuare
En situaciones de crisis, en
momentos dramáticos o de tensión, hay que encontrar rápido el punto intermedio
en nuestras emociones, pues es la mejor forma de sobrevivir. Por lo tanto,
dejarse llevar por la desesperación y actuar sin pensar, es tan perjudicial
como el quedarse quieto esperando ayuda o a alguien con autoridad que nos indique
qué hacer. Finalmente, ¿qué es más peligroso? ¿Cruzar una calle corriendo y sin
mirar a ambos lados, o pararse en seco cuando se descubre que un auto viene
directo hacia nosotros? ¿Es mejor retorcerse y gritar cuando alguien intenta
subirte a un auto desconocido, o simplemente obedecer todo lo que te ordenen
cuando te ponen el cañón de una pistola en la frente?
En el justo momento cuando el
hielo cedió bajo sus pies y se hundió completamente en el agua helada, él no
pudo pensar en ese punto intermedio. Respiró como acto reflejo y sus pulmones
se llenaron de agua. Empezó a patalear y a bracear desesperado mientras su
cuerpo giraba dentro del agua. Apenas alcanzaba a ver sobre su cabeza el
agujero que había dejado en el hielo.
Las botas de invierno y su abrigo,
los guantes y la bufanda con la que cubría gran parte de su rostro, se
convirtieron en lastres que empezaron a jalarlo hacia el fondo del lago. Braceó
y pataleó con fuerza buscando impulsarse hacia arriba, pero su cabeza y sus
hombros golpearon la placa de hielo, bajo la cual él se había movido en su
desesperación.
Mordió sus labios con fuerza
mientras fruncía su rostro. Entonces empezó a usar su cabeza. Buscó la luz que
se filtraba al lago a través del agujero por el que había caído. Braceó con
fuerza y precisión, ignorando el dolor en sus brazos y piernas hasta que llegó
ahí. Sacó las manos y trató de asirse al borde, arrancando varios trozos más de
hielo delgado. Por momentos lograba asomar su rostro fuera del agua,
permitiéndole tomar algunas bocanadas de aire. Y entre sus chapoteos y su
jadear podía escuchar pasos que se alejaban corriendo y lograba ver la luna
llena que se asomaba en el cielo esa noche.
Finalmente su mano enguantada sujetó
un borde de hielo que parecía resistir. Juntó ambas manos y empezó a izarse. Los
músculos de sus manos se congelaban, aún a través de los guantes, y sus hombros
ardían como si estuvieran quemándolos con un soplete. Sacó fuera del agua todo el
brazo derecho y su cabeza, respirando profundamente. Los pasos que escuchó
seguían alejándose y fijó su vista hacia ellos.
Debió haber sido el peso, pensó. Sin duda fue por el peso. Tuvo suerte porque no es posible que ella
imaginara que el hielo no podría soportarme a mí y a ella sí. Estaba muy asustada,
sólo quería huir del cobertizo, no podía pensar. Y yo tampoco lo pensé bien. No
consideré mi propio peso y que el deshielo ya estaba comenzando. Soy un
imbécil, todos tienen razón, ¡soy un idiota! ¡Idiota! ¡IDIOTA!
La vio correr hasta llegar al
otro extremo del lago, vistiendo solamente una camisa de franela vieja y un
pantalón de mezclilla que él había comenzado a rasgar con su cuchillo de
peletero, antes de darse cuenta que tenía que ir a comprar el reemplazo de algunas
de sus herramientas, desgastadas por el uso de los últimos meses. Pensó haberla
dejado segura dentro del cobertizo, pero al regresar la vio salir corriendo y
perdiéndose entre los árboles.
Sobre el lago todavía alcanzaba a
escuchar la agitada respiración y los ahogados gritos de auxilio de la chica. Y
mientras recobraba el aliento, la luz de la luna llena se reflejó sobre la hoja
de su cuchillo de peletero que había soltado al caer al agua. Estiró la mano
hasta sujetar la empuñadura de asta de ciervo y sonrió mientras todavía escuchaba
el sollozo femenino entre los árboles.
Con la cabeza fría (en más de una
manera) empezó a trazar sus planes para salir de aquel hoyo y rodear el lago
para luego buscarla en el bosque donde ella seguía dando vueltas sin sentido. Y
al mismo tiempo empezó a trazar los planes para la próxima luna llena.
De eso de trata todo. Así se
sobrevive. Con dichos y hechos. Con plan y acción. En el punto intermedio.
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