Recuerdo que lo primero que pasó por mi mente al
escuchar la noticia -hace seis años-, al leerla en portales de Internet y en redes
sociales, al enterarme de los hechos mezclados entre los rumores, fue haberme
preguntado; ¿en qué estaba pensando ese hombre? Y no en el sentido peyorativo
que podemos imprimirle a esta expresión. No, literalmente me preguntaba en qué
estaría pensando Alejo Garza Tamez esa madrugada del 14 de noviembre del 2010,
mientras esperaba, parapetado dentro de su rancho San José, a los miembros del
cartel de los Zetas que, un día antes, lo habían amenazado para que les
entregara su propiedad.
La historia fue bien conocida en todo México. Las
redes sociales, los medios de comunicación convencionales y la política del
gobierno calderonista se encargaron de ello. Y la mayoría lo ensalzaron como un
héroe, convirtiéndolo en un mártir y símbolo de la guerra contra el
narcotráfico. Un hombre que eligió cómo y cuándo morir. El héroe del bicentenario.
En poco tiempo surgieron los homenajes, las notas y reportajes dedicados, junto
con los obligados corridos de música norteña.
También hubo llamadas a la resistencia en la zona
norte del país y a la recuperación de las tierras dominadas por los carteles. Llamadas
que, con el paso de los años, se convirtieron en guardias blancas y grupos
paramilitares que enfrentan la presencia de estas organizaciones criminales y,
en varias ocasiones, a la policía y ejército que pueden o no estar confabulados
con ellos.
Surgieron también las crónicas y semblanzas de este
hombre, ensalzando su trabajo como empresario, sus habilidades como cazador
deportivo, su labor como promotor de la avicultura y su trato cordial, templado
y caballeroso con familiares, amigos e incluso con los narcotraficantes que
buscaron amedrentarlo para quitarle su propiedad. En menor medida también surgieron
detractores que buscaron minimizar el acto cuestionando las intenciones de Don
Alejo y el orden de sus prioridades que lo llevaron a proteger bienes
materiales por encima de su propia vida y la posibilidad de compartir más
tiempo con su familia.
En seis años el furor del fenómeno mediático de don
Alejo se ha reducido casi hasta el olvido. Y sin embargo, hasta este momento,
la misma pregunta ha seguido presente en mi cabeza. ¿En qué estaría pensando?
Me pregunto en qué momento decidió enfrentar armado a
sus extorsionadores. ¿Al momento de verlos marcharse o tras despedir a sus
trabajadores, indicándoles que no se presentaran a trabajar al día siguiente?
No dejo de preguntarme cómo decidió que sólo él, con
sus armas de caza deportiva, podría darle batalla a grupos que se habían enfrentado
a fuerzas militares con artillería mucho más pesada. ¿Cómo trazó su estrategia
de resistencia y a qué le supo lo que fuera que cenó más tarde? Y al caer la
noche y la oscuridad sobre San José, ¿acaso consideró arrepentirse y marcharse,
o la obstinación y voluntad que podría esperarse de un hombre de 77 años lo
mantuvo firme en su puesto? ¿Bebió algo para mantenerse caliente y aliviar la
ansiedad? ¿Qué pensaba, sentado sólo, en la oscuridad de las habitaciones de su
casa, posiblemente con un arma cargada entre sus manos? ¿Había entereza y
confianza en salir con bien de la situación, o resignación ante lo que se
antojaba inevitable?
¿Qué fue lo que pensó al escuchar los primeros
vehículos acercarse en la madrugada? ¿Quién disparó primero? ¿Cuántas veces
maldijo su suerte o la de los otros mientras se cubría de las balas, que
posteriormente se convirtieron en explosiones de granadas contra su puerta?
¿Cuáles fueron sus últimos pensamientos en el cuarto de baño donde se pertrechó
al final, con dos armas entre sus manos y mientras las esquirlas de las
granadas drenaban sus últimos minutos de vida?
Preguntas que realmente nunca responderemos. Pero nos
conformaremos con suposiciones, relatos heroicos, corridos mal escritos,
coberturas mediáticas tendenciosas o reaccionarias, a favor o en contra, y
sabiduría de Facebook y Twitter. Y solo en contadas ocasiones pensaremos en la
oscuridad alrededor de un hombre armado, en una madrugada de noviembre.
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