Recuerdo que lo primero que pasó por mi mente al
escuchar la noticia -hace seis años-, al leerla en portales de Internet y en redes
sociales, al enterarme de los hechos mezclados entre los rumores, fue haberme
preguntado; ¿en qué estaba pensando ese hombre? Y no en el sentido peyorativo
que podemos imprimirle a esta expresión. No, literalmente me preguntaba en qué
estaría pensando Alejo Garza Tamez esa madrugada del 14 de noviembre del 2010,
mientras esperaba, parapetado dentro de su rancho San José, a los miembros del
cartel de los Zetas que, un día antes, lo habían amenazado para que les
entregara su propiedad.