miércoles, 17 de agosto de 2016

Ghostbusters

 

Como la mayoría de los aficionados, me mostré renuente a la realización de un reboot de Ghostbusters, principalmente por la tendencia del cine comercial actual para repetir fórmulas que funcionaron en el pasado, dando como resultados productos mediocres y apenas funcionales en taquilla.

En los meses siguientes aumentó el furor negativo con el anuncio de su elenco, formado principalmente por mujeres, el lanzamiento de su primer trailer (el menos gustado en la historia de YouTube) y las opiniones negativas de los aficionados, predispuestos a calificar esta película como una de las peores ideas jamás producidas.



Y entonces, el pasado sábado, a mitad de la proyección de esta película, me doy cuenta no sólo de lo equivocado que estábamos como afición, sino que, además, estaba presenciando una de las mejores películas del año y, posiblemente, el mejor remake de la última década.

Tratando de enumerar los aciertos que ha tenido esta producción, podemos mencionar que su director y guionista, Paul Feig (The Heat), supo encontrar las características básicas de humor, horror, espectáculo e irreverencia que convirtieron a la película original en un éxito comercial y, con el paso de los años, en filme de culto e icono cultural, y utilizarlas estas como una sólida base para sustentar su propia versión, a diferencia de la mayoría de los remakes que se contentan con acariciar la superficie de la obra original (Nightmare on Elm Street) o copiarla directamente (Psicosis).


Parte de estas bases también incluye un elenco general talentoso y con una química innegable, que les permite funcionar tanto en grupo como por separado, apoyándose con ingenio en los estereotipos que cada uno representa. Mención especial merece Chris Hemsworth, quien lleva el concepto del rubio-tonto por caminos que pocos habían imaginado que existían.


La estética de la película, su fotografía y efectos visuales también cumplen una función importante, en conjunto con un guión de diálogos ágiles y un ritmo narrativo que no decae en ningún instante. Feig también supo explotar el valor iconográfico del concepto Ghostbusters, tanto así que su famoso logo tiene un significado narrativo importante durante la película y, particularmente, en el clímax de la misma.

El remake de Ghostbusters ha resultado ser, en resumen, una de las mayores sorpresas del año, dignas de atención por parte de su público y de continuidad por parte de sus productores.


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