Cuando pienso en series de dibujos animados que buscan llegar
tanto al público infantil como al adulto (como Hora de la Aventura, uno de los más populares actualmente), no
puedo evitar recordar una de las primeras que redujo mucho la delgada línea
entre ambas audiencias: La Vida Moderna de Rocko (Rocko’s Modern Life).
Esta serie animada contaba las desventuras de Rocko, un wallaby australiano inmigrante en E.U., viviendo con su perro Spunky en la ciudad de O-Town, junto con sus amigos Heffer (una joven res adoptada por lobos) y Filburt (una tortuga sumamente nerviosa), y sus vecinos los Cabeza Grande (un par de sapos de clase media).
Creado por el animador, escritor, ilustrador y productor Joe
Murray, a finales de los años 80, Rocko fue un personaje diseñado para una
revista de historietas que nunca se publicó (Travis), quedando relegado hasta que, buscando financiamiento para
proyectos independientes, se acercó a los estudios Nickelodeon, quienes entonces buscaban series innovadoras para su
nueva barra de animación Nicktoons.
Sin contar con experiencia previa en televisión y con mucho recelo, Murray
presentó a Rocko al canal, imaginando que sería rechazado. Cuatro meses después Nickelodeon lo llamó para producir un
episodio piloto y, posteriormente, una temporada completa, cuyo desarrollo se vio ensombrecido por el suicidio de la primera esposa de Murray, en noviembre de 1992.
Rocko’s Modern Life se transmitió originalmente del 18 de septiembre de 1993 al 24 de noviembre de 1996, constando de cuatro temporadas y un total de 52 episodios. El equipo creativo alrededor de la serie incluyó a varios elementos que, actualmente, forman parte de la industria, como los directores Jeff “Swampy” Marsh y Dan Povenmire (creadores de Phineas y Ferb), el director creativo Stephen Hillenburg (creador de Bob Esponja) y los actores Carlos Alazraqui (Reno 911) y Tom Kenny (la voz original de Bob Esponja), además de un grupo de escritores escogidos fuera del ambiente de la animación y que desarrollarían historias basadas en experiencias personales, hilarantes y alrededor de situaciones mundanas.
Gracias a la libertad creativa que Nickelodeon dio a sus realizadores, La Vida Moderna de Rocko presentó un hábil manejo de un humor ácido, satírico y en doble sentido, manejando muchas implicaciones sexuales y burlas al estilo de vida consumista norteamericano, que fueron motivo de crítica y censura, pero que permitieron que más de una quinta parte de la audiencia de la serie fueran adultos que la disfrutaban mucho.
Murray entregó la producción de la cuarta temporada a Stephen Hillenburg, para poder dedicarse a otros proyectos, dando todas las facilidades y apoyo a Nickelodeon para que continuaran produciendo la serie. Sin embargo el estudio decidió cancelarla tras su cuarta temporada. Desde entonces, mediante repeticiones y lanzamientos en VHS y DVD, La Vida Moderna de Rocko se ha mantenido como un clásico dentro de las producciones de Nickelodeon y una serie de culto entre los niños y adultos que crecieron viéndola.
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