Uno
A través de Facebook uno se entera de muchas
cosas. Como por ejemplo que el maestro dibujante Sixto Valencia Burgos y yo cumplimos años con pocos días de
diferencia. Es evidente que eso me hace sentir especial de una manera un tanto parasitaria,
pero principalmente me alegra mucho poder compartir la semana de cumpleaños con
uno de los mejores dibujantes vivos que ha dado México, en el desarrollo de su
herencia historietística.
Hoy, el cumpleaños de don Sixto Valencia es todavía más celebrado a causa de su triunfo en el
litigio por los derechos del personaje de Memín Pinguín, el cual ha dibujado
desde hace más de 70 años y ahora es dueño legal del mismo. Las felicitaciones
por cualquiera de estas dos razones no se han hecho esperar...
Dos
Don Sixto
Valencia Burgos es asiduo a asistir a convenciones de comics, por más
pretenciosas o mal organizadas que sean. En una ocasión, durante uno de estos
eventos, pasó a ver con curiosidad el trabajo de un grupo de jóvenes dibujantes
que formaban el proyecto Siglo XXII (en el que yo formaba parte
aquel entonces). Algunos miembros del grupo lo reconocieron y todos le pedimos
que se tomara algunas fotos con nosotros, a lo que él accedió cortésmente.
Siempre he visto a don Sixto en público usando el mismo estilo de ropa: traje de dos
piezas, camisa, corbata y sombrero de tipo Stenson, dando la impresión de
haberse fugado de una película de los años 60 o 70. Me pregunto si ha llegado a
trabajar sobre el restirador usando esa ropa.
Pero el evento que describí arriba, no fue la primera
vez que lo vi…
Tres
No me gustaba leer Karmatrón y los Transformables
(principal competencia de Memín en los puestos de revistas, a
mediados de los 80), a pesar de la insistencia de mis amigos. En esa época, por
influencia de mis padres y mi tía María, que lo habían leído en anteriores
reimpresiones, comencé a leer Memín Pinguín. Así que, por un lado,
estaba el grupo de rigurosos karmacuates,
que recitaban mantras que leían en el Karmatrón y recortando figuras para
armar de los Transformables; y el raro que leía las aventuras de un negrito Bimbo y sus amigos.
Junte la mayoría de los ejemplares de publicó Editorial Vid, durante la tercera
época de Memín Pinguín. Entonces yo tenía la nefasta costumbre de doblar
los comics sobre el lomo a la hora de leerlos. Ahora los veo dentro de la caja
donde los he guardado y se me rompe el corazón verlos tan maltratados.
Cuatro
Entrevisté a don Sixto una vez, para la revista Dibujarte
y con motivo de la cuarta y quinta reimpresión de Memín Pinguín. Nos
citamos en el Café La Habana, en la
esquina de Morelos y Bucareli. Llegó con su infaltable traje, corbata y
sombrero. Platicamos largamente sobre Memín Pinguín, La Serpiente Desplumada (editado
por Toukan a finales de los 90), otros
comics mexicanos, convenciones y lo intenso del café que siguen sirviendo en
ese lugar.
Pero tampoco esta fue la primera vez que lo vi…
Cinco
Lo que más me gustaba de Memín Pinguín era la amalgama
del talento gráfico de don Sixto con
la narración de la Sra. Vargas Dulché,
para manejar temas de naturaleza urbana. Recuerdo vívidamente situaciones de Memín
Pinguín como el drama de Carlos
al descubrir que su mamá trabajaba en un cabaret; o el de Ernestillo lidiando con el alcoholismo de su papá; o a Ricardo enfrentando el divorcio de sus
padres; junto con las innumerables ocasiones en que Memín hizo sufrir a su mamá, doña Eufrosina, ya fuera con sus travesuras o malas calificaciones, casi
siempre concluyendo con la famosa tabla con clavo, que don Sixto dibujaba tan perversamente larga y puntiaguda.
Seis
Sixto
Valencia Burgos acaba de ganar los derechos legales sobre el
personaje de Memín Pinguín, evento que sienta un precedente histórico para todos
los dibujantes mal pagados o francamente estafados por la industria editorial
nacional. Y más que respuestas surgen preguntas sobre la situación, como: ¿don
Sixto buscará sangrarle dinero a la mal llevada y peor acabada Editorial Vid y a sus dueños? O, ¿su
pluma volverá a dibujar al bembón y ojón negrito y a sus amigos hiperrealistas?
Siete
La primera vez que vi a don Sixto Valencia fue en una convención La Mole, cuando se
realizaban en el gimnasio Juan de la
Barrera. En un momento que me separé de mis amigos para dar una vuelta, me
acerqué a una mesa donde había una pila de cartones originales de Memín
Pinguín, y un hombre solitario vendiéndolos. Tras preguntarle por qué
tenía tantos cartones de Memín, él se presentó como Sixto Valencia Burgos, cuyo nombre yo reconocía
como el del dibujante para el comic que me había acompañado gran parte de mi
infancia. Ahora estaba frente a mí, malbaratando sus cartones originales.
Compré uno por veinte pesos y me alejé, pensando con
tristeza que tal vez no volvería a saber de él…
Este año, entre otras cosas, celebro haberme
equivocado…
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