Publicado
originalmente en Reino Geek (17 enero 2011)
La semana pasada me ocurrió algo bastante simpático (al
menos eso quiero creer): matando tiempo en una tienda de videojuegos dentro de
un centro comercial, tuve la sorpresa de encontrar una copia de God of
War II a menos de 200 pesos. El mismo juego, todavía en diciembre del
año pasado, no lo encontraba a menos de 350. Pensando que se trataba de algún
error de etiquetado me acerqué al dependiente para preguntarle si aquel era el verdadero
precio del juego.
Sí, eso es lo
que cuesta, me
respondió. Pero está rebajado porque solamente
es para el Play 2.
Lo que siguió a esto fue un silencio incómodo marca Kuzco
entre ambos, esquivando nuestras miradas mientras esperábamos que el otro
dijera algo. Recuerdo que entonces pensé: Debería
enojarme, creo que me acaba de decir retrógrado. Posiblemente él, por su
parte, pensaba: Creo que acabo de
insultar a un cliente…
Pero la verdad estaba dicha: Aquel era un juego para Playstation 2, un sistema que las tiendas
están liquidando con celeridad para dar paso a consolas superiores.
Pienso que entre los momentos más interesantes en la vida
de un gamer está el ser testigo de cuando su sistema de videojuegos
favoritos es superado por la próxima edición de consolas que vienen tras él. Y
además creo que la misma situación puede aplicarse a todo aspecto de la
tecnología: Computadoras, celulares, televisión, música, video-home,
fotografía, cine, escojan uno.
Últimamente estas transiciones tecnológicas han sido más
aceleradas. Recuerdo que el cambio del sistema Beta al VHS tomó poco
menos de una década, mientras que el cambio del DVD al Bluray podría
concretarse en menos de cinco años. Entonces surge la resistencia; personas que
piensan y juran que seguirán usando sus viejas cintas de audio y video y
leyendo comics o libros impresos. Pero hay que ser sinceros; en mi caso puedo
decir que, desde que puedo transformar mi música en MP3, grabar video directamente en DVD o una tarjeta de memoria o comprar series de televisión en DVD, no he vuelto a tocar una cinta
magnética ni por error. Los comics ya los leo en la computadora mediante readers
y ya estoy analizando que lector de libros digitales me gustaría adquirir.
Vale aclarar que no estoy en contra del avance de la
tecnología en los campos del entretenimiento. Más bien pienso que el apagón
analógico en México se ha retrasado demasiado, en comparación con otros
países. Aunque aplaudo la permanencia de algunos medios tecnológicos que siguen
consumiéndose con mediana o alta intensidad: El CD, el DVD, los
teléfonos celulares o el IPod, por
ejemplo y a comparación de otros que desaparecieron casi tan pronto como
llegaron: El laser disc, el beeper, las unidades zip
para computadoras o el sistema Advantix
para fotografía.
No, lo que me altera en estos casos es la sorpresa con
que los cambios se dan en situaciones particulares, llegando sin previo aviso y
sin nadie a quien culpar más que a nosotros por no estar ni medianamente
preparados para ellos. Por dar un ejemplo, cuando el editor de Súper Comics aceptó mi primer trabajo
se lo entregué muy orgulloso en un disco de 3.5, cuando su computadora era un
modelo que sólo aceptaba USB. Me vi
obligado esa misma tarde a buscar una memoria flash, gastando más de 600 pesos
por una de 128 megas, la de mayor capacidad aquel entonces.
Ya sólo nos queda guardar con mucho cariño nuestra vieja Palm o NES para no volver a usarlos. En cambio emplearemos emuladores de Nintendo o Sega dentro de smartphones que a su vez cumplirán todas las
necesidades de los que requieran una PDA.
Compraremos DVD vírgenes con
serigrafiados que evocarán los viejos discos de acetato o antologías de música,
películas o videojuegos clásicos en sistemas más avanzados.
Con este pensamiento en mente finalmente compré el God of
War II. Por encima de todo, sé que pasaría un buen rato con ese juego
antes de guardarlo indefinidamente. Posiblemente lo jugaría de nuevo años más
tarde, con algún emulador para computadora o como parte de una antología. Pensamientos
positivos que tenía mientras le pagaba al dependiente, quien de manera inocente
sólo me dijo:
¿Para
Playstation 2? ¿Está seguro?
Todo mi optimismo se fue al demonio.
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