Publicado
originalmente en Reino Geek (24 enero 2011)
De mis primeras fiestas, convivios o reuniones, recuerdo
una situación en particular: La privilegiada posición del DJ y su gran responsabilidad. El DJ en estas situaciones era aquel que se sacrificaba para que todos
se divirtieran, pasando toda la noche junto al estéreo, organizando tanto los
discos del dueño de la casa donde era la fiesta, como los que llevaban los
invitados, quienes le pedían con muchos por
favores que pusiera una pista en específico. Esta persona organizaba y
velaba por esos discos, para evitar que se perdieran. Rara vez se alejaba de
estéreo, pero nunca se preocupaba por buscar algo que comer pues siempre había
algún acomedido para llevarle algo de botana y bebida.
No cualquiera podía ser un DJ. Tenía que ser aquel que entendiera, antes que nada, que la
música que debía tocar no era necesariamente la que él quisiera escuchar.
Necesitaba estar atento al ritmo de la fiesta para saber cuando poner, sin que
nadie se lo pidiera, una rola calmada, un baile para parejas o un ritmo
dinámico que obligara a todos a levantarse de sus asientos. Al final el DJ era de los últimos en irse, cuando
el ritmo de la fiesta había decaído y todos roncaran perezosamente en los sofás
o en el suelo. Y sin nadie que le diera las gracias por su esfuerzo, se alejaba
por la oscuridad de las calles o con las primeras luces del alba.
Recientemente, cuando he asistido a una fiesta,
cumpleaños o reunión particular, he notado algunos cambios en esta situación.
Primero; la gente parece haberse olvidado definitivamente de los estéreos o
mini componentes y los ha sustituido con sus IPod o reproductores MP3.
Los CD que se apilaban en un extremo
de la mesa le han dado paso a las listas de reproducción o las tarjetas de
memora. Una variante de esta situación que también he atestiguado es cuando se
sustituye el estéreo por una laptop con el reproductor de Windows Media, ITunes, radio por Internet o en casos
más cosmopolitas, You Tube y una pantalla de plasma donde se
proyecta el video que acompaña la canción.
La segunda situación que he visto es que la figura del DJ, si bien no ha desaparecido y sigue
siendo figura indispensable en las fiestas, su técnica, que más bien parecía un
oficio de carácter artesanal y privilegio de unos cuantos, se ha convertido en
algo parecido a una carrera técnica de tres años y al alcance de cualquiera. No
es raro que eso pase, todos actualmente sabemos operar un IPod o una laptop y traemos música en nuestro
reproductor MP3 o celular. Las
funciones de random y loop ya no atan a nuestro DJ junto a la música, permitiéndole
mezclarse con la gente para convivir, bailar un poco y buscar su propia botana,
pero siento que a cambio de eso ha sacrificado el misticismo que lo rodeaba. Ya
no es el encargado de la música, el
que no baila, pero pone buenas rolas,
el que no podemos dejar de invitar
porque, si no, ¿quién pone la música?.
Curiosamente todos parecen disfrutar más esta situación,
no cuestionaré eso. Y es que actualmente, auque sea por unos minutos, todos podemos
experimentar esa sensación de ser quien controla la fiesta y hace girar la
música con el toque de un dedo, teniendo a todos en suspenso sobre lo que uno
elegirá para que siga la fiesta o para manipular la situación, buscando la
canción adecuada que hará girar la cabeza de alguien más hacia la dirección
correcta.
Pero creo que, finalmente, habrá algo que no cambiará:
Nadie nos dará las gracias a la mañana siguiente, cuando la música enmudezca.
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