Recientemente tuvimos el placer, cortesía de 20th Century
Fox México, de asistir a la premier de Duro de Matar: Un Buen Día para Morir,
quinta entrega de la franquicia Die Hard. Bruce Willis repite su icónico papel del
detective John McClane en esta película, desarrollada en medio de un mortífero
acto de corrupción y venganza política en Rusia.
McClane llega a Moscú para localizar a su alienado hijo,
Jack (Jai Courtney), acusado de asesinato en dicho país. Para su sorpresa, Jack
trabaja de manera encubierta para la
CIA, con la misión de proteger a Komarov, un informante del
gobierno. Así, con sus propias vidas en riesgo, los McClane se ven obligados a
superar sus diferencias para salvaguardar a Komarov y frustrar un crimen
potencialmente desastroso.
No exageramos, han pasado 25 años desde que la primera película
de Duro de Matar se estrenó, poniendo en primer plano a un nuevo tipo de héroe
cinematográfico, John McClane, cambiando para siempre el estilo de las
películas de acción al presentar a un héroe con el que uno se puede sentir
identificado. Un hombre ordinario que las circunstancias lo obligan a emprender
una tarea extraordinaria, a diferencia de los protagonistas de las películas de
acción de finales de los 80, convirtiéndose en uno de los personajes más
populares del cine contemporáneo.
Hay que aplaudir también el trabajo del director Len Wiseman
y el escritor Mark Bomback, quien en la película anterior de la franquicia (Die
Hard 4.0) reactivó la afición por este personaje luego de doce años desde la
producción de la tercera entrega (1995, cuando Willis aún tenía cabello). Wiseman
y Bomback llevaron a la franquicia y al personaje a niveles insospechados con
un guión ágil, personajes carismáticos y secuencias de acción inolvidables, cosas
que se esperaban en esta quinta entrega.
Sin embargo, aunque es habitual que no se repitan elementos
creativos en franquicias de películas de acción, el cambio de director (John
Moore) y guionista (Skip Woods) afectó mucho el desarrollo de esta película,
presentando, sin temor a exagerar, la peor de la serie. No hablamos de una mala
entrega de Die Hard, en comparación con las anteriores. No, es una mala película
sin concesiones. Un mal desarrollo de personajes, de escenarios, un pobre
argumento, pletórico de lugares comunes, y mal uso de recursos de producción.
Los únicos elementos destacables en esta cinta es la actuación
de Bruce Willis con un personaje que tiene más que dominado, y la música de
Marco Beltrami, el único elemento creativo que repita su participación en esta
serie. Descontando eso, la testosterona en esta película no alcanza los niveles
esperados. Más de uno incluso se sentirá castrado.
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