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Un Fantasma |
UN PADRE NUESTRO Y UN
AVEMARÍA
Ángel Zuare
Hay cosas viejas que nunca envejecen, porque siempre conservan no
sabemos qué de sencillo y original.
Luis González Obregón, Las Calles de México
Durante muchos años la zona
centro de la Ciudad de México fue considerada altamente conflictiva por el
flujo descontrolado del comercio ambulante y su falta de infraestructura, lo
que se reflejaba en sus calles descuidadas, su alumbrado público abandonado, su
transporte público y trafico deficientes y la inseguridad, que aumentaba al
caer la noche.
Todo lo anterior había afectado
el comercio y el atractivo turístico de la zona, por lo que, cuando se separó
el gobierno federal del capitalino, lentamente el último proyectó el llamado rescate del Centro Histórico. Durante
los años siguientes, tras la remoción del comercio ambulante de sus calles, la
iluminación, el tránsito, la seguridad y otros aspectos fueron refinándose con
el objetivo de crear una zona de alto atractivo turístico.
Desde entonces, el centro de la
Ciudad de México ha vuelto a ser una zona donde la gente puede pasear a altas
horas de la noche, en soledad o en compañía, para disfrutar de un café o cenar
antes de entregarse a la vida nocturna. O simplemente para tomar un refresco
sentado frente a un zaguán cerrado, junto a una tienda de conveniencia de 24
horas, viendo a la gente pasar y poniendo especial atención en aquellos que
andan solos. Particularmente en uno que, desde hace más de una hora, permanece
de pie, en la esquina de la banqueta, con la mirada baja y oculta bajo un
sombrero fedora y los brazos cruzados sobre su saco de color gris carbón, de
solapas anchas.