Simon, empleado de una casa de subastas, hace equipo con una banda criminal para robar una obra de arte valuada en millones de dólares. Pero después de sufrir un fuerte golpe en la cabeza durante el atraco, se despierta para descubrir que no recuerda dónde escondió la pintura. Cuando amenazas y torturas físicas fallan en hacer que diga la verdad, el líder de la pandilla contrata a una terapeuta de hipnosis para que se sumerja en los rincones más oscuros de la psique de Simon.
Conforme se adentra más en su dañado subconsciente, los riesgos se vuelven mucho mayores y los límites entre el deseo, la realidad y la sugestión hipnótica comienzan a desdibujarse y a desaparecer.
El cineasta Danny Boyle (Trainspotting, Slumdog Millionarie, 127 Hours) parece ser un hombre con una misión: tocar al menos una vez todos los géneros cinematográficos existentes. Y eso podría parecer pretencioso si no fuera porque cada cinta que dirige resulta ser un éxito de público y crítica. Terror (28 Days Later), ciencia ficción (Sunshine), cine enfocado en niños (Millions), romance (Slumdog Millionaire), etc., Boyle logra presentar un cine moderno y de lenguaje actualizado, dentro de las características de los géneros que aborda.
Ahora, con En Trance (Trance), Boyle reinterpreta los thrillers clásicos
del cine negro, inyectándole al filme lo que él mismo llama una carga emotiva y a modernizar y
refrescar las ideas tradicionales de la femme
fatale. Si bien, en apariencia, la película comienza como una película de
robos, rápidamente cambia a algo más alucinante, fluido y menos fiable.
Quería intentar actualizar la idea del cine negro, pero no quería hacer algo que fuera muy referencial o que se viera como algo ya visto. Quería habitar ese mundo, pero hacerlo dentro de un contexto moderno, comenta Boyle. Cuando digo actualizar, también me refiero a hacerlo desde un punto de vista emocional. Cualquiera de estos personajes no tiene a nadie a quien recurrir, no hay sistemas, no hay una cadena de comando, y no hay parientes, o estructuras de apoyo. Están solos. Esta es la razón por la cual este tipo de filmes siempre están ligados al crimen, porque siempre tratan de personas que se valen por sí mismas, fuera de la ley.
Su estupenda edición, un diseño de producción desarrollado meticulosamente
y el argumento bien elaborado, todo se une perfectamente con la actuación de su
trío protagónico: James McAvoy, Vincent
Cassel y Rosario Dawson.
Tiene tres papeles
increíblemente interesantes y eso siempre es bueno en un filme, comenta Boyle. Tener ese triángulo en su lugar es una dinámica encantadora, ya que
puedes jugar con la cuestión de ver a cuál personaje le pertenece la historia.
La película ciertamente comienza como la historia de Simon, pero para el final
se ha convertido más en la de Franck, y Elizabeth ejerce una fuerza de gravedad
intensa, desde luego.
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